viernes, 31 de marzo de 2017

LOS GRADOS DEL CONOCIMIENTO Y LA AUTOCRÍTICA DE PLATÓN

Para Platón, el conocimiento científico tiene como objetivo encontrar una definición inequívoca al saber de todas las cosas.

Por ejemplo, para saber qué es la bondad debemos definirla de manera que esa definición exprese la esencia de la bondad, porque la definición se refiere al universal y el verdadero conocimiento es el conocimiento de lo universal.

El saber más elevado será entonces el conocimiento del universal y el más bajo será el conocimiento de lo particular.

Esta doctrina supone una separación irreconciliable entre el saber universal y el mundo real, pero para Platón este concepto de lo universal no implica una forma abstracta sino que a cada uno de estos conocimientos universales les corresponde una realidad concreta.

Para Platón, son las ideas las que se pueden conocer en forma inteligible, pero no niega realidad al mundo de las cosas. Sin embargo, Platón no pudo determinar cual es la relación que existe entre lo particular y lo universal.

En el libro X de la República Platón explica con más claridad este problema cuando se refiere al arte, cuando nos dice que el artista representa una tercera versión del hombre.

El hombre ideal es la meta que todos los humanos tratan de alcanzar, luego existen los hombres particulares que son igual que copias del ideal y por último está el artista que imita a una copia.

Sólo puede captar al hombre ideal el que posee el pensamiento sobre el hombre o sea el objeto de la inteligencia a partir de una imagen.

Por ejemplo, en la geometría se parte de una hipótesis y se continúa avanzando mediante un diagrama visible para llegar a una conclusión.

El geómetra supone una figura geométrica a partir de figuras o gráficos procurando distinguir objetos que sólo se pueden ver con la inteligencia.

Mediante el razonamiento estrictamente abstracto y habiendo entendido los principios, la mente puede sacar conclusiones sin contar con las imágenes visibles.

Es posible pensar que el estudio del conocimiento de Platón tiene connotaciones religiosas; sin embargo no se puede llegar a esta conclusión sin antes entender mejor lo que significa la idea del Bien para él.

Platón supone que el conocimiento de lo real se puede alcanzar de un modo absoluto, pero no sucede lo mismo con las cosas del mundo sensible, que para él es ilusorio y está sujeto al cambio; razón por la que no pueden ser objeto de conocimiento científico.

Porque el objeto de conocimiento debe ser inmodificable, estable y permanente como para lograr su definición científica con claridad y precisión, como ocurre con los universales.

El conocimiento se logra mediante juicios sobre conceptos universales y no sobre particulares y sólo los juicios sobre lo permanente y estable pueden ser verdaderos.

Ni la percepción sensible ni la creencia verdadera pueden ser objeto de conocimiento.

Platón señala en el Libro VI de La República que hay cuatro grados de conocimiento y que para llegar al conocimiento que proporciona la dialéctica, el conocimiento claro y distinto de las ideas, hay que pasar por todos estos niveles. Para ello utiliza el Símil de la línea. Imaginemos una línea dividida en dos partes, y estas dos, a su vez, en otras dos, con lo que tendremos cuatro partes que representan cuatro tipos de conocimiento y se corresponden con cuatro clases de objetos.

1. EIKASIA (conjetura o imaginación): es el conocimiento de los reflejos y de las sombras en el interior de la caverna. Es el conocimiento más precario de todos ya que conocemos copias de copias. Representa el saber del vulgo que no accede a la realidad de las cosas y que se deja manipular. Si un ciudadano ha sido convencido de que es justo ejecutar al “más justo de todos los hombres”, su conocimiento de la Justicia es ínfimo. Su objeto de conocimiento es una imagen distorsionada de las leyes de la ciudad.

2. PISTIS (creencia): Es el conocimiento de las cosas de este mundo. El objeto que le corresponde son los objetos físicos, que debemos recordar no son la auténtica realidad sino una copia de ella. En el mito de la caverna se corresponde con el saber sobre los objetos que sostienen los portadores. ¿En quien está pensando Platón? En los filósofos de la Physis, por ejemplo. Los físicos intentan estudiar de manera directa su objeto, sin intermediarios, sin dejarse manipular, pero como su objeto es una mera copia, su conocimiento no pasa de este nivel.

3. DIANOIA (pensamiento discursivo): La dianoia es el conocimiento de las matemáticas. Todo buen filósofo, antes que enfrentarse al desarrollo de la dialéctica a través de la cual llegará al conocimiento de las ideas más altas: la Justicia, la Amistad, la Belleza y por último el Bien, debe ejercitarse en el dominio de las matemáticas. De hecho, Platón puso una inscripción en la puerta de su Academia: “Que no entre aquí quién no sepa geometría”. Su objeto de estudio son los objetos matemáticos, que, a pesar de no ser ideas, son inteligibles.

4. NOESIS (inteligencia): Por último, mediante la dialéctica conocemos las realidades más elevadas, LAS IDEAS del mundo inteligible, las esencias de todas las cosas. Solo la contemplación de las Ideas, que alcanzamos por medio de la dialéctica, es “conocimiento firme y verdadero”.

Los dos primeros niveles de conocimiento pertenecen a la doxa u opinión. Tienen en común que ambos no trascienden el ámbito de la caverna, es decir, del mundo sensible.



Los dos últimos saberes forman parte de la episteme o conocimiento; tienen en común que su objeto de estudio está en el mundo real, fuera de la caverna, esto es en el mundo inteligible.


AUTOCRÍTICA DE PLATÓN

Las ideas son muchas, de modo que se cuestiona la relación existente entre ellas. No se trata de relaciones entre la esencia verdadera y la apariencia, sino entre las ideas, todas pertenecientes al mundo real. Se propone que todas las ideas están subordinadas al Bien, que es al fin al que tiende todo el universo, sin embargo, esta subordinación debe o bien absorber todas las ideas, o admitir que hay una diferenciación entre las ideas que no puede existir si no se da alguna relación entre las ideas diferente de su subordinación al Bien.

Si, para distinguir una idea de la otra, se admiten entre ellas relaciones análogas a las que subsisten entre los correspondientes objetos concretos, se cae en el peligro de delinear el mundo de las ideas sobre el modelo del mundo empírico, o sea, de invertir la relación entre los dos mundos, haciendo de las ideas las copias de los objetos empíricos y no viceversa. Si nos negamos a actuar de esta manera, no vamos a encontrar una distinción entre los mundos y vamos a pensar que el mundo es uno solo.

Se decía que todas las ideas se reducen al uno, pero Platón pudo defender la positividad de lo múltiple, lo mismo que del no ser, porque, si algo es, ¿cómo se puede negar que lo que no es también es?

Al reconocerse la positividad del no ser en general, también se reconoce la positividad del mundo empírico y finalmente del mismo conocimiento opinable, que aunque no es conocimiento del ser, puede tener gérmenes de verdad.


Platón no rechazó las argumentaciones autocríticas, y aunque no llegó a conclusiones finales, fue un impulso para la filosofía, porque su vitalidad se identifica con su capacidad para renovarse.

TEORÍA POLÍTICA DE PLATÓN


TEORÍA POLÍTICA DE PLATÓN.

Platón propone un Estado basado esencialmente en la ética y la condición del hombre como un ser que solo puede vivir en una sociedad organizada, que para los griegos estaba representada por la Ciudad-Estado.

Según el pensamiento platónico, ningún ser humano puede tener una vida normal si se mantiene aislado, dado que el hombre es un ser social; no como integrante de un rebaño sino como ciudadano activo, dispuesto a respetar y aceptar a la sociedad en que vive como un hecho inevitable.

Por esta razón, la preocupación de Platón era determinar cuál debería ser la verdadera naturaleza del Estado y su genuina función.

Para Platón, la moral y los principios de justicia deben ser los mismos, tanto para el ciudadano como para el Estado, de manera que sirvan para hacer felices a todos.                                                                             

A Platón no le interesaba dedicarse a estudiar un gobierno en particular, sino que su interés se centraba en lo que deberían ser todos los Estados en general.


Por eso, en su libro “La República” trata de proponer un Estado ideal, como un modelo que todos los estados deberían imitar.  


Platón estaba convencido que todo gobernante de un Estado ideal debe saber en qué consiste el arte de gobernar y qué es lo que debe hacer, porque si no lo sabe, o no tiene la habilidad para ejercer eficazmente esa función, puede hundir tanto al Estado como a sus ciudadanos.

Platón sabía por experiencia que los Estados que había conocido distaban mucho de ser perfectos; y su decepción lo llevó a ignorar la política imperante y a dedicarse a imaginar la mejor forma de gobierno posible para que los ciudadanos que confiaron en él pudieran ser más felices.

Él había vivido la desventura de la oligarquía y posteriormente, con la democracia, en la que había depositado todas sus esperanzas, se volvió a desilusionar debido a la confusión existente en el poder y los vaivenes de la vida pública.

Comprendió que los Estados están todos mal gobernados, que sus leyes son irremediables y que todo dependía de la buena o mala suerte.

La filosofía permite a un gobernante a evaluar lo que es mejor para la sociedad y para los ciudadanos; por lo tanto, las personas más adecuadas para gobernar, que podrán liberar a las comunidades del flagelo de los malos gobernantes, son los filósofos o bien, aquellos que ya tienen el poder y se conviertan providencialmente en verdaderos filósofos.

El hombre debe vivir necesariamente en una sociedad organizada, porque necesita de la colaboración mutua para subsistir; de modo que la vida en comunidad tiene un propósito económico del que posteriormente emanará el principio de la división del trabajo.

Los seres humanos tienen distintas habilidades y aptitudes, y por medio de ellas pueden brindar su aporte individual de diferentes formas a la comunidad en que viven.
El Estado necesitará que haya personas capaces de realizar todas las tareas que requiere una sociedad para cubrir todas las necesidades de sus miembros.

No solo de actividades rudas se nutrirá esa sociedad, sino que a medida que se haga más grande y compleja irá requiriendo también otras tareas más refinadas como las relacionadas con el arte, la música, la docencia, la medicina, etc.; y cuando sus territorios resulten insuficientes para sus cubrir sus necesidades deberán extender sus dominios a las ciudades vecinas.


Así llega Platón al concepto de que la causa de las guerras es económica y a la necesidad de formar guardianes del Estado, tan sabios como sus gobernantes que puedan discernir quienes son los verdaderos enemigos.

                             

MOTIVOS RELIGIOSOS DE LA FILOSOFÍA PLATÓNICA

MOTIVOS RELIGIOSOS DE LA FILOSOFÍA PLATÓNICA

La ruptura con el mundo sensible para llegar al mundo sensible para llegar al mundo de las ideas se presenta realmente muy bien a ser interpretada como renuncia a la vida terrena para alcanzar la celestial.

La eternidad de las ideas se identifica con la eternidad del espíritu, contrapuesto a la transitoriedad de la carne.

En Fedro, Platon imagina el alma humana como una biga alada, guiada por un auriga (alma racional) arrastrada por dos caballos: uno, de rara generosa, que representa el alma irascible vinculada a los elementos pasionales superiores concupiscible unida a los instintos más bajos (aficiones a los placeres, etc). El predominio de esta última es lo que causa la caída del alma y su aprisionamiento en el curpo.

Crea luego las almas racionales de cada hombre, y después de haberles concedido durante un instante la visión directa del mundo de las ideas, las hace descender a los cuerpos, uniéndolas —sólo en este preciso instante— al principio irracional constituido por las dos almas interiores ( irascible y concupiscible).

También el destino final del alma se describe de maravillosa forma mitica, las almas que han hecho un uso digno de la propia razón regresan, después del periodo de prueba terrena, al estado originario donde serán eternamente felices: las que hicieron un uso digno de ella están condenados a tramigar de cuerpo en cuerpo, uniéndose a animales.

El problema más difícil fue el de encontrar en el marco del pensamiento platónico el equivalente del Dios creador.Algunos intérpretes intentaron resolverlo identificado a Dios con el Demiurgo; está claro que esa identificación no es sostenible, ya que el Demiurgo es un simple artificie del mundo, que no crea ni las ideas ni la materia con la cual plasmar los objetos terrenos.
Otros intérpretes han identificado a Dios con la del Bien, al que platon reconoce de manera indiscutible el primer puesto dentro de la jerarquía del mundo de las ideas.

En el marco de la concepción filosófica-religiosa, resultaba fácilmente insertable tambien la explicación del <<Amor Platonico>>.
Es el amor al mundo de las ideas (o de la verdadera realidad). El amor platónico nos invita a buscar en el amante la parte más profunda e incorruptible sin dejarnos engañar por lo que hay en él de aparete y pasajero.


ARTE

A los ojos de Platon, el arte, poesía, música, pintura u otra forma de expresión artística, aparece antes que nada como fuente de deleite o extravío, como deseo irrefrenable de agradables apariencias, un dulce abandono a la conmoción del sentimiento. O en el caso del arte dramático como divertido espectáculo de pasiones en movimiento y contraste.

Platón condenaba antes que nada el arte dirigido a lo placentero, al que imputaba el encender y despertar las pasiones en el corazón de los hombres en vez de purificarlo, y otorgar sentimientos no siempre loables hacia los dioses.

Platon llega a reconocer que el artista es, a su manera, un seguidor de la idea, y coloca el arte entre las 4 formas de las "divinas manías" (las otras 3 eran la inspiración profética, la inspiración platónica, religiosa y el amor).


REMINISCENCIA E INMORTALIDAD DEL ALMA

El alma al ser capaz de conocer las ideas, participa de su misma naturaleza y por lo tanto es inmortal, como lo son las ideas.

La reminiscencia consiste en recordar lo que ya se había aprendido, pero se olvidó provisionalmente, el individuo encuentra en sí mismo una verdad racional, el acto que realiza no constituye una auténtica adquisición, es decir, reconstruye un anterior conocimiento, no aprende nada enteramente nuevo. 

¿Es esto posible? Según Platón, sí. Es entonces cuando surge la existencia del alma inmortal. De cierta manera, la idea de la reminiscencia argumenta la inmortalidad del alma. 

En el Fedón, diálogo en el que se relata la conversación que tuvo Sócrates con sus amigos el último día de su vida, se discute preferentemente el tema de la inmortalidad del alma.

Al principio Sócrates afirma dos cosas: a) que estamos en la vida colocados en un lugar por voluntad de los dioses y b) que el filósofo debe aspirar a abandonar, esta vida. Como esas dos afirmaciones le parecen contradictorias a Cebes, (el principal interlocutor en el diálogo, junto con Simmias), Sócrates comienza a demostrar que el verdadero filósofo debe afrontar la muerte con valentía y que puede esperar una vida feliz en el otro mundo.

En primer término existen los contrarios que se originan en los opuestos. La vida y la muerte son contrarios y la vida produce la muerte, se puede suponer entonces que la muerte produce la vida, en un proceso cíclico eterno.

¿Por qué el verdadero filósofo no teme la muerte? Porque ella le libera del cuerpo, que es un obstáculo para el alma en la búsqueda de la verdad. Pero, para que el filósofo, liberado del cuerpo, pueda alcanzar la verdad únicamente con su alma, es necesario que ésta sea inmortal.




Encontramos, pues, en el Fedón, una concepción del hombre en la que el dualismo alma/cuerpo es llevado al extremo, estableciendo un divorcio radical entre ambos elementos. 

Ya desde la introducción se hace hincapié en el carácter de prisión que tiene el cuerpo respecto al alma, por lo que la muerte, en la medida en que significaría la liberación del cuerpo para el alma, llega a presentarse como el fin que debe perseguir el alma filosófica, y que la filosofía, en tal sentido, no es más que una preparación para la muerte. 

El alma, por lo demás, es considerada como una realidad simple cuya naturaleza se identifica con la razón o intelecto; ninguna relación pues entre el alma y las pasiones o la sensibilidad, que serán cualidades de un cuerpo que debe ser controlado lo más rígidamente posible por el alma. 


MAYÉUTICA

 MAYÉUTICA.

Mayéutica es el método socrático de enseñanza basado en el diálogo entre maestro y discípulo con la intención de llegar al conocimiento de la esencia o rasgos universales de las cosas.

La palabra mayéutica, su significado y Sócrates están inseparablemente unidos. Sócrates, según escribe Platón, su discípulo más destacado, precisa que su tarea principal es colaborar a que los hombres obtengan la verdad.

Del griego maieutiké (arte de las comadronas, arte de ayudar a procrear). La mayéutica es el método filosófico de investigación y enseñanza propuesto por Sócrates. En un pasaje del Teetetes de Platón dice Sócrates que practica un arte parecido al de su madre Fenaretes, que era comadrona: “Mi arte mayéutica tiene las mismas características generales que el arte [de las comadronas]. Pero difiere de él en que hace parir a los hombres y no a las mujeres, y en que vigila las almas, y no los cuerpos, en su trabajo de parto. Lo mejor del arte que practico es, sin embargo, que permite saber si lo que engendra la reflexión del joven es una apariencia engañosa o un fruto verdadero”.

La mayéutica consiste en un arte de saber preguntar, para que la persona a la que se le pregunta pueda contestar adecuadamente, es decir, que obtenga de su interior la respuesta correcta: la verdad. Es un ejercicio recreativo, que una vez que supera la dificultad del “alumbramiento” produce deleite y alegría. Es obvio que se presupone, de alguna manera, que aquél a quien se interroga posee de forma oculta el conocimiento que se desea obtener. Por lo tanto, conocer es recordar y para recordar es necesaria la “ayuda” de quien sabe preguntar, y colaborando con las preguntas a exteriorizar lo que se encuentra “cubierto” y que se anhela “des-cubrir”, o “quitarle la cubierta”.

Sócrates iniciaba de forma irónica, es decir, afirmaba su propia ignorancia para irle pidiendo a su interlocutor que expusiera sus puntos de vista sobre un determinado asunto. Luego entraba Sócrates con la mayéutica, un método de preguntas, mediante el cual mostraba en qué consistía el error de su interrogado, llevando a su interlocutor a pensar de forma profunda, sólida, coherente y verdadera.

A continuación, con base al diálogo Menón o de la virtud un ejemplo de aplicación
de la mayéutica, con la finalidad de investigar: ¿qué es la virtud?, ¿cuáles y qué son
las virtudes, como la justicia, la templanza, la valentía, etcétera? En dicha muestra se
alcanzan a dibujar de forma clara y precisa los pasos siguientes:

I. Establecimiento de una tesis o afirmación sobre un asunto. En este caso Menón
aparece como un primer interlocutor, a saber:

71 b. MENÓN: Pero eso no es difícil de decir, Sócrates. Primero, pues si
quieres, la virtud del varón; es fácil decir que ésta es la virtud del varón:
ser capaz de manejar los asuntos de la ciudad, y al realizarlos hacer
bien a los amigos y mal a los enemigos, y cuidarse de no sufrir esto él
mismo. Si quieres la virtud de la mujer, no es difícil inferir que ésta debe llevar bien su casa, conservar lo que está en el interior y ser obediente
al marido.

Menón considera la afirmación como punto de partida y por eso la expone para ser
examinada, refutada o aceptada. Es decir, quiere salir de dudas y por eso acude con el
que “supuestamente” sabe: Sócrates.

II. Respuesta del interlocutor Sócrates, dando su opinión y agregando datos, pero
sobre todo preguntando de forma clara y precisa, a saber:

72 b. SÓCRATES: Parezco haber disfrutado alguna suerte particular,
Menón, si buscando una virtud he hallado un enjambre de virtudes
depositado en ti. Sin embargo, Menón, en cuanto a esta imagen del
enjambre, si yo te preguntara cuál es la esencia de una abeja y tú dijeras
que hay muchas y de todas clases, ¿qué me contestarías si te preguntara:
“¿Dices acaso que son muchas y de todas clases, y diferentes unas de
otras por ser abejas? ¿O no se distinguen nada por eso, sino por algo
diferente, como por ejemplo por su belleza, o su tamaño, o alguna otra
cosa de otra índole?” Dime, ¿qué contestarías al ser preguntado así?

III. Reconocimiento del interlocutor Menón, de que su tesis o afirmación inicial tiene
contradicciones y acepta la argumentación del interlocutor Sócrates, quien continúa
preguntando y solicitando respuestas.

72 c. MENÓN: Esto ciertamente: que no se distinguen una de otra en
tanto que abejas.
SÓCRATES.: Si después de esto dijera: “Dime ahora precisamente,
Menón ¿qué afirmas que es aquello por lo cual no se distinguen, sino
todas son iguales?”¿Sin duda podrías decírmelo?
MENÓN. Sí, en efecto.
SÓCRATES. Pues así sucede también con las virtudes. Aunque sean
muchas y de todas clases, todas tienen una misma forma, por lo cual
son virtudes, y hacia la cual tiene que mirar atentamente quien quiera
responder al que le pide revelar qué es la virtud. ¿O no comprendes lo
que digo?

IV. Demostración, por parte de Sócrates, que la tesis o afirmación inicial de Menón
es falsa y por lo tanto la refutación procede. A saber:

72 d-e. SÓCRATES: ¿Solamente acerca de la virtud te parece así,
Menón, que una es del varón, otra de la mujer y de los demás, o también
te parece así acerca de la salud, del tamaño y de la fuerza? ¿Te parece
que una es la salud del varón y otra la de la mujer? ¿O está presente por
doquier la misma forma, al darse la salud, sea que esté en un varón, sea
que esté en cualquier otra persona?
MENÓN: Me parece ser la misma la salud del varón y la salud de la
mujer

Lo que se ha hecho en los ejemplos anteriores, es descartar o reelaborar la hipótesis en búsqueda de la verdad. Y para ello es indispensable tener disposición a encontrar hipótesis nuevas, más definidas, que sustituyan a las primeras. Es decir, Sócrates invita a Menón, a modificar la primera idea y considerarla incompleta añadiendo otras alternativas. Es decir, se pueden descubrir nuevas ideas a partir de la simple deducción lógica de las premisas, o por el contrario, sólo se puede averiguar si la premisa es cierta o falsa.


La duda socrática es el motor y táctica que engendra el saber, más allá de la duda. El diálogo socrático tiene como fin la verdad que se encuentra oculta en la mente del interlocutor y el conocimiento que está latente en la conciencia humana. Estas dos nociones de verdad encubierta y saber oculto en la conciencia, están de forma implícita en el pensamiento de Sócrates. Será Platón quien las hará explícitas.


LA TEORÍA DE LAS IDEAS PLATÓNICAS

LOS MUNDOS DE PLATÓN


Platón distinguía dos mundos: el mundo sensible, que es el conjunto de entidades que ofrecen realidades particulares, cambiantes, múltiples, que nacen, duran y mueren. Accedemos a este mundo con los sentidos. Platón cree que son una copia imperfecta de las ideas. Y el mundo de las ideas, un mundo inmaterial, eterno, inmutable e indestructible. En él encontramos la verdad, o sea, las ideas, que hacen que las cosas sensibles existan.

El conocimiento sensible no puede, según Platón, procurarnos más que resultados provisorios, diferentes de un individuo a otro, privados de toda validez fuera de las circunstancias particulares en las que fueron obtenidos. Mientras los sentidos pongan delante de nosotros un continuo fluir de percepciones, diferentes de un individuo a otro y aun en el mismo individuo en momentos distintos, la razón nos hace captar las formas reales, inmutables de las cosas, o sea, las ideas. 

Las ideas platónicas no son contenidos mentales. Son objetos no sensibles ni materiales que existen independientemente de las cosas a las que hacen referencia y de que sean pensados por un sujeto. Pueden ser conocidas únicamente por nuestro intelecto (razón) y nunca por los sentidos, porque no son materiales (corpóreas). 
Entonces, el triángulo pertenece al mundo sensible (es tangible y visual), lo que pertenece al mundo de las ideas es la triangularidad (la idea de la forma), en esta idea encontramos la verdad, y hace que las reflejemos en el mundo sensible, al ver un pedazo de pizza, por ejemplo.   


teoría de las ideas.png

En  EL MITO DE LA CAVERNA ( libro VII de la República) se representa la explicación alegórica que utiliza Platón de la situación en la que se encuentra el hombre respecto al conocimiento. 


Somos como prisioneros encadenados en una caverna, de espaldas a su entrada y con el rostro hacia la pared que está en el fondo. Fuera de la caverna hay una luz potente, y por delante de esa luz pasa la gente real, proyectando a través de la abertura de la caverna su sombra en la pared. Nosotros, que no podemos darnos la vuelta, sólo vemos esas sombras y creemos que son el verdadero mundo. Pero si logramos romper las cadenas que nos tienen prisioneros y salimos de la gruta, entonces descubriremos la efectiva realidad y comprenderemos el carácter ilusorio del mundo de sombras al que antes estábamos limitados.



INTRODUCCIÓN A PLATÓN


Desacuerdo entre los discípulos de Sócrates:

La enseñanza de Sócrates, sin formar una escuela en el sentido propio de la palabra, dio origen a escuelas múltiples y muy diferentes entre sí, en relación con la manera de apreciar la enseñanza del maestro, y en relación también con el carácter y circunstancias especiales de sus oyentes.

 Muerto Sócrates, sus discípulos sintieron profundamente que debían reunirse en comunidad de espíritus libres y fuertes capaces de mantener viva la gran verdad de la enseñanza socrática.

 Antístenes se convirtió en uno de los seguidores más devotos y entusiastas y también más autorizados.

 A la muerte de Sócrates, Antístenes no se movió de Atenas desafiando valerosamente el peligro de las posibles precauciones.

 Antístenes abrió en la misma Atenas una escuela socrática, mas grave fue la reacción de los condiscípulos lejanos; nunca habían estado dispuestos aceptarlo como jefe de escuela. Hoy estamos acostumbrados a contestar con seguridad aún excesiva que el verdadero discípulo de Sócrates fue Platón.

Platón fue, si no el más fiel, sí el más genial discípulo de Sócrates.

También las llamadas escuelas socráticas menores tuvieron un notable peso en la historia del pensamiento, sea por haber constituido los canales naturales a través de los cuales el valiosísimo patrimonio de la enseñanza socrática llegó al estoicismo y epicureísmo.
         




CÍNICOS, MEGÁRICOS Y CIRENAICOS.

Aversión a Platón.

El principal y más importante representante de esta escuela fue Euclides, natural de una ciudad muy próxima a Atenas, Megara.

Dio una versión “eleática” del bien, pues lo identificaba con el uno, con lo que siempre es idéntico a sí mismo, no existiendo más que este bien exclusivo, dado que toda realidad está sujeta al cambio y a mutación continua. 

Sólo la escuela megárica mantuvo durante varios años relaciones amistosas o casi amistosas con Platón.

La escuela cínica.

Destacan Aristipo y Antístenes. Probablemente, el nombre de “cínico” le vino porque defendía la vida natural como la llevan algunos animales amigos del hombre, o bien por el gimnasio donde enseñaba.

La escuela cirenaica.

Siguiendo principios diversos, fundamentalmente de carácter sofista, esta escuela destacó el aspecto aparentemente “subjetivo” de las sensaciones: no podemos conocer nada fuera de nosotros mismos ni afirmar nada, pues, por ejemplo, si a algunos un determinado elemento le parece blanco… para otros no lo será, o, al menos, no lo verán como nosotros lo vemos.

Los tres tuvieron en común sólo una cosa la aversión radical a Platón y el platonismo.

El desarrollo de la dialéctica socrática en sentido prevalentemente erístico con un marcado acento escéptico y nominalista.

Los cínicos fueron extremados defensores de la autarquía y de la autonomía entendiendo la libertad socrática no sólo como liberación del hombre de los instintos sino también de las leyes civiles que constituyen para él lazos artificiosos e innaturales.
 
Predicaron la superioridad del estado de naturaleza y la necesidad de abandonar los bienes y los usos de la vida civil (incluidos los bienes de la cultura, los ritos religiosos y la familia).

La escuela cirenaica fundada en Cirene por Aristipo tuvo como mayores representantes además de Aristipo a Teodoro el ateo y Hegesías. Protágoras no cree en la posibilidad de un conocimiento absoluto de la realidad y considera que sólo las sensaciones son veraces mientras que los objetos que producen las sensaciones no pueden captarse.


VIDA Y OBRAS DE PLATÓN

Platón nació en Atenas hacia 428-427 A.C. en una familia noble y rica y fue iniciado en la filosofía; luego ingresó al círculo de Sócrates y en él permaneció hasta la muerte del maestro.

Pero los que tuvieron mayor peso en la vida de Platón fueron los tres viajes que realizó a Siracusa.

Después de algún tiempo Platón cayó en desgracia ante Dionisio, fue expulsado de la ciudad y desembarcado en Egina que entonces entonces se encontraba en guerra de Atenas.

En el año 387, Platón fundó en Atenas la Academia, institución a menudo considerada como la primera universidad europea. Se daban materias como astronomía, biología, matemáticas, teoría política y filosofía.

Todas las obras de Platón, con las excepciones de las Cartas y de la Apología están escritas —como la mayor parte de los escritos filosóficos de la época— no como poemas pedagógicos o tratados, sino en forma de diálogos; e incluso la Apología contiene esporádicos pasajes dialogados.


miércoles, 1 de marzo de 2017

El lápiz perdido de Sócrates.

❝La verdadera sabiduría está en reconocer la propia ignorancia❞.

Sócrates no tenía lápiz, pero así como no nos hace falta uno para poder conocerlo, mucho menos le resultó necesario a él para acercarse a una primera (y muy importante) noción de la filosofía y para que su legado perdurase por siglos y siglos luego de su icónica muerte, porque vaya que lápices y lápices se han terminado sólo a punta de tratar de entender y/o explicar las ideas de este genio.





La mayor parte de cuanto se sabe sobre él procede de tres contemporáneos suyos: el historiador Jenofonte, el comediógrafo Aristófanes y el filósofo Platón (quien había sido su alumno antes de morir). El primero retrató a Sócrates como un sabio absorbido por la idea de identificar el conocimiento y la virtud, pero con una personalidad en la que no faltaban algunos rasgos un tanto vulgares. Aristófanes lo hizo objeto de sus sátiras en una comedia, Las nubes, donde se le identifica con los demás sofistas y es caricaturizado como engañoso artista del discurso.


Estos dos testimonios matizan la imagen de Sócrates ofrecida por Platón en sus Diálogos, en los que aparece como figura principal, una imagen que no deja de ser en ocasiones excesivamente idealizada, aún cuando se considera que posiblemente sea la más justa, porque sí, genialidades como él no se vieron en todos los siglos.



Él tenía claro que no debía estar acercándose solo a la filosofía, porque entendía que la única manera de construir una que seguramente sirviese era socializando las ideas y poniendo a pensar a la gente a su alrededor. Dado que el fin de la filosofía es encontrar el sentido verdadero de tantas cosas como se pueda, una certeza colectiva siempre resulta muy buena, de modo que es aquí donde se establece una de las primeras y más marcadas diferencias entre él y los sofistas, que le ha valido el nombre de padre de la filosofía, y de donde nace la ética, de la que estaba convencido que podía enseñarse como virtud.




Sócrates no estaba en contra de los sofistas como personas; no los odiaba, de hecho, hasta tenía algunos amigos dentro de esos círculos, pero le parecía de muy mal gusto que anduviesen por ahí practicando la vanagloria de su poco saber, siempre disfrazándolo con un discurso demasiado maquillado que carecía de esencia. 


Las verborreas de los sofistas se tornaban crípticas; nadie las entendía, por lo que no tomaba para nada por sorpresa que en sus bien elaborados discursos radicase esa referida fama que se les aludía: es obvio, si algo no es comprendido adecuadamente por una persona ésta creerá que quien se lo explica es alguien iluminado, superior, extraordinario, mientras que él mismo se considerará como un ser intelectualmente reducido, quien no merece seguir cuestionándose asuntos de alta complejidad, aún cuando sea capaz de entenderlos verdaderamente.




Todas las enseñanzas, los trabajos, los ejemplos de Sócrates, socorren a regenerar las partes más sanas de la filosofía, ayudan a restaurar nuevamente la dignidad y la nobleza de la ciencia, desprestigiada por la vanidad de los sofistas; la investigación racional de la verdad; la importancia real de la ética y la depuración y perfeccionamiento del método científico. En este sentido, el movimiento iniciado por Sócrates merece el nombre de restauración socrática.


Si bien es cierto que antes de los tiempos socráticos ya existían cavilaciones respecto a los alrededores del ser humano (cosmos, en general), es en esta época, en la que se le presta mucha más atención al hombre y a su espíritu, en la que además se sentarán algunas de las bases antropológicas más importantes, que luego devendrán en la creación de la metafísica y del perfeccionamiento del método científico, pues la lista de preguntas de los sucesores de Sócrates no hace sino aumentar, con la diferencia de que a ellos no se les olvidará tomar un lápiz y dejarlo por escrito.





Video resumen de Sócrates:

Integrantes del equipo:
Elena Anaya
Fernanda García
Lina Hernández
Hugo Hernández
Fernanda Magadán