Para Platón, el conocimiento científico tiene como objetivo encontrar una definición inequívoca al saber de todas las cosas.
Por ejemplo, para saber qué es la bondad debemos definirla de manera que esa definición exprese la esencia de la bondad, porque la definición se refiere al universal y el verdadero conocimiento es el conocimiento de lo universal.
El saber más elevado será entonces el conocimiento del universal y el más bajo será el conocimiento de lo particular.
Esta doctrina supone una separación irreconciliable entre el saber universal y el mundo real, pero para Platón este concepto de lo universal no implica una forma abstracta sino que a cada uno de estos conocimientos universales les corresponde una realidad concreta.
Para Platón, son las ideas las que se pueden conocer en forma inteligible, pero no niega realidad al mundo de las cosas. Sin embargo, Platón no pudo determinar cual es la relación que existe entre lo particular y lo universal.
En el libro X de la República Platón explica con más claridad este problema cuando se refiere al arte, cuando nos dice que el artista representa una tercera versión del hombre.
El hombre ideal es la meta que todos los humanos tratan de alcanzar, luego existen los hombres particulares que son igual que copias del ideal y por último está el artista que imita a una copia.
Sólo puede captar al hombre ideal el que posee el pensamiento sobre el hombre o sea el objeto de la inteligencia a partir de una imagen.
Por ejemplo, en la geometría se parte de una hipótesis y se continúa avanzando mediante un diagrama visible para llegar a una conclusión.
El geómetra supone una figura geométrica a partir de figuras o gráficos procurando distinguir objetos que sólo se pueden ver con la inteligencia.
Mediante el razonamiento estrictamente abstracto y habiendo entendido los principios, la mente puede sacar conclusiones sin contar con las imágenes visibles.
Es posible pensar que el estudio del conocimiento de Platón tiene connotaciones religiosas; sin embargo no se puede llegar a esta conclusión sin antes entender mejor lo que significa la idea del Bien para él.
Platón supone que el conocimiento de lo real se puede alcanzar de un modo absoluto, pero no sucede lo mismo con las cosas del mundo sensible, que para él es ilusorio y está sujeto al cambio; razón por la que no pueden ser objeto de conocimiento científico.
Porque el objeto de conocimiento debe ser inmodificable, estable y permanente como para lograr su definición científica con claridad y precisión, como ocurre con los universales.
El conocimiento se logra mediante juicios sobre conceptos universales y no sobre particulares y sólo los juicios sobre lo permanente y estable pueden ser verdaderos.
Ni la percepción sensible ni la creencia verdadera pueden ser objeto de conocimiento.
Platón señala en el Libro VI de La República que hay cuatro grados de conocimiento y que para llegar al conocimiento que proporciona la dialéctica, el conocimiento claro y distinto de las ideas, hay que pasar por todos estos niveles. Para ello utiliza el Símil de la línea. Imaginemos una línea dividida en dos partes, y estas dos, a su vez, en otras dos, con lo que tendremos cuatro partes que representan cuatro tipos de conocimiento y se corresponden con cuatro clases de objetos.
1. EIKASIA (conjetura o imaginación): es el conocimiento de los reflejos y de las sombras en el interior de la caverna. Es el conocimiento más precario de todos ya que conocemos copias de copias. Representa el saber del vulgo que no accede a la realidad de las cosas y que se deja manipular. Si un ciudadano ha sido convencido de que es justo ejecutar al “más justo de todos los hombres”, su conocimiento de la Justicia es ínfimo. Su objeto de conocimiento es una imagen distorsionada de las leyes de la ciudad.
2. PISTIS (creencia): Es el conocimiento de las cosas de este mundo. El objeto que le corresponde son los objetos físicos, que debemos recordar no son la auténtica realidad sino una copia de ella. En el mito de la caverna se corresponde con el saber sobre los objetos que sostienen los portadores. ¿En quien está pensando Platón? En los filósofos de la Physis, por ejemplo. Los físicos intentan estudiar de manera directa su objeto, sin intermediarios, sin dejarse manipular, pero como su objeto es una mera copia, su conocimiento no pasa de este nivel.
3. DIANOIA (pensamiento discursivo): La dianoia es el conocimiento de las matemáticas. Todo buen filósofo, antes que enfrentarse al desarrollo de la dialéctica a través de la cual llegará al conocimiento de las ideas más altas: la Justicia, la Amistad, la Belleza y por último el Bien, debe ejercitarse en el dominio de las matemáticas. De hecho, Platón puso una inscripción en la puerta de su Academia: “Que no entre aquí quién no sepa geometría”. Su objeto de estudio son los objetos matemáticos, que, a pesar de no ser ideas, son inteligibles.
4. NOESIS (inteligencia): Por último, mediante la dialéctica conocemos las realidades más elevadas, LAS IDEAS del mundo inteligible, las esencias de todas las cosas. Solo la contemplación de las Ideas, que alcanzamos por medio de la dialéctica, es “conocimiento firme y verdadero”.
Los dos primeros niveles de conocimiento pertenecen a la doxa u opinión. Tienen en común que ambos no trascienden el ámbito de la caverna, es decir, del mundo sensible.
Los dos últimos saberes forman parte de la episteme o conocimiento; tienen en común que su objeto de estudio está en el mundo real, fuera de la caverna, esto es en el mundo inteligible.
Para Platón, el conocimiento científico tiene como objetivo encontrar una definición inequívoca al saber de todas las cosas.
Por ejemplo, para saber qué es la bondad debemos definirla de manera que esa definición exprese la esencia de la bondad, porque la definición se refiere al universal y el verdadero conocimiento es el conocimiento de lo universal.
El saber más elevado será entonces el conocimiento del universal y el más bajo será el conocimiento de lo particular.
Esta doctrina supone una separación irreconciliable entre el saber universal y el mundo real, pero para Platón este concepto de lo universal no implica una forma abstracta sino que a cada uno de estos conocimientos universales les corresponde una realidad concreta.
Para Platón, son las ideas las que se pueden conocer en forma inteligible, pero no niega realidad al mundo de las cosas. Sin embargo, Platón no pudo determinar cual es la relación que existe entre lo particular y lo universal.
En el libro X de la República Platón explica con más claridad este problema cuando se refiere al arte, cuando nos dice que el artista representa una tercera versión del hombre.
El hombre ideal es la meta que todos los humanos tratan de alcanzar, luego existen los hombres particulares que son igual que copias del ideal y por último está el artista que imita a una copia.
Sólo puede captar al hombre ideal el que posee el pensamiento sobre el hombre o sea el objeto de la inteligencia a partir de una imagen.
Por ejemplo, en la geometría se parte de una hipótesis y se continúa avanzando mediante un diagrama visible para llegar a una conclusión.
El geómetra supone una figura geométrica a partir de figuras o gráficos procurando distinguir objetos que sólo se pueden ver con la inteligencia.
Mediante el razonamiento estrictamente abstracto y habiendo entendido los principios, la mente puede sacar conclusiones sin contar con las imágenes visibles.
Es posible pensar que el estudio del conocimiento de Platón tiene connotaciones religiosas; sin embargo no se puede llegar a esta conclusión sin antes entender mejor lo que significa la idea del Bien para él.
Platón supone que el conocimiento de lo real se puede alcanzar de un modo absoluto, pero no sucede lo mismo con las cosas del mundo sensible, que para él es ilusorio y está sujeto al cambio; razón por la que no pueden ser objeto de conocimiento científico.
Porque el objeto de conocimiento debe ser inmodificable, estable y permanente como para lograr su definición científica con claridad y precisión, como ocurre con los universales.
El conocimiento se logra mediante juicios sobre conceptos universales y no sobre particulares y sólo los juicios sobre lo permanente y estable pueden ser verdaderos.
Ni la percepción sensible ni la creencia verdadera pueden ser objeto de conocimiento.
Platón señala en el Libro VI de La República que hay cuatro grados de conocimiento y que para llegar al conocimiento que proporciona la dialéctica, el conocimiento claro y distinto de las ideas, hay que pasar por todos estos niveles. Para ello utiliza el Símil de la línea. Imaginemos una línea dividida en dos partes, y estas dos, a su vez, en otras dos, con lo que tendremos cuatro partes que representan cuatro tipos de conocimiento y se corresponden con cuatro clases de objetos.
1. EIKASIA (conjetura o imaginación): es el conocimiento de los reflejos y de las sombras en el interior de la caverna. Es el conocimiento más precario de todos ya que conocemos copias de copias. Representa el saber del vulgo que no accede a la realidad de las cosas y que se deja manipular. Si un ciudadano ha sido convencido de que es justo ejecutar al “más justo de todos los hombres”, su conocimiento de la Justicia es ínfimo. Su objeto de conocimiento es una imagen distorsionada de las leyes de la ciudad.
2. PISTIS (creencia): Es el conocimiento de las cosas de este mundo. El objeto que le corresponde son los objetos físicos, que debemos recordar no son la auténtica realidad sino una copia de ella. En el mito de la caverna se corresponde con el saber sobre los objetos que sostienen los portadores. ¿En quien está pensando Platón? En los filósofos de la Physis, por ejemplo. Los físicos intentan estudiar de manera directa su objeto, sin intermediarios, sin dejarse manipular, pero como su objeto es una mera copia, su conocimiento no pasa de este nivel.
3. DIANOIA (pensamiento discursivo): La dianoia es el conocimiento de las matemáticas. Todo buen filósofo, antes que enfrentarse al desarrollo de la dialéctica a través de la cual llegará al conocimiento de las ideas más altas: la Justicia, la Amistad, la Belleza y por último el Bien, debe ejercitarse en el dominio de las matemáticas. De hecho, Platón puso una inscripción en la puerta de su Academia: “Que no entre aquí quién no sepa geometría”. Su objeto de estudio son los objetos matemáticos, que, a pesar de no ser ideas, son inteligibles.
4. NOESIS (inteligencia): Por último, mediante la dialéctica conocemos las realidades más elevadas, LAS IDEAS del mundo inteligible, las esencias de todas las cosas. Solo la contemplación de las Ideas, que alcanzamos por medio de la dialéctica, es “conocimiento firme y verdadero”.
Los dos primeros niveles de conocimiento pertenecen a la doxa u opinión. Tienen en común que ambos no trascienden el ámbito de la caverna, es decir, del mundo sensible.
Los dos últimos saberes forman parte de la episteme o conocimiento; tienen en común que su objeto de estudio está en el mundo real, fuera de la caverna, esto es en el mundo inteligible.
AUTOCRÍTICA DE PLATÓN
Las ideas son muchas, de modo que se cuestiona la relación existente entre ellas. No se trata de relaciones entre la esencia verdadera y la apariencia, sino entre las ideas, todas pertenecientes al mundo real. Se propone que todas las ideas están subordinadas al Bien, que es al fin al que tiende todo el universo, sin embargo, esta subordinación debe o bien absorber todas las ideas, o admitir que hay una diferenciación entre las ideas que no puede existir si no se da alguna relación entre las ideas diferente de su subordinación al Bien.
Si, para distinguir una idea de la otra, se admiten entre ellas relaciones análogas a las que subsisten entre los correspondientes objetos concretos, se cae en el peligro de delinear el mundo de las ideas sobre el modelo del mundo empírico, o sea, de invertir la relación entre los dos mundos, haciendo de las ideas las copias de los objetos empíricos y no viceversa. Si nos negamos a actuar de esta manera, no vamos a encontrar una distinción entre los mundos y vamos a pensar que el mundo es uno solo.
Se decía que todas las ideas se reducen al uno, pero Platón pudo defender la positividad de lo múltiple, lo mismo que del no ser, porque, si algo es, ¿cómo se puede negar que lo que no es también es?
Al reconocerse la positividad del no ser en general, también se reconoce la positividad del mundo empírico y finalmente del mismo conocimiento opinable, que aunque no es conocimiento del ser, puede tener gérmenes de verdad.
Platón no rechazó las argumentaciones autocríticas, y aunque no llegó a conclusiones finales, fue un impulso para la filosofía, porque su vitalidad se identifica con su capacidad para renovarse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario